Lección de peregrino [2]

   Ese día no anduvo sola. Casualmente se juntaron en el camino muchos otros caminantes que, como ella, llevaban ya una gran distancia recorrida. Pero no vio ánimo en sus rostros. Al contrario, no percibió más que desolación y frustración, cansancio y desgana. Los caminos anteriores habían hecho mella en su voluntad de tal manera que incluso sus mochilas se aligeraron. Y es que ya no portaban esperanza.

   Ella quería llegar. Era su máximo deseo. Pero no sabía si estaba vacunada contra el virus que podía haber ocasionado la gran plaga que veía ante sus ojos. Al menos había procurado siempre apuntar en su libreta las lecciones de cada día, así como sus ideas y motivaciones más profundas. Aprovechó entonces aquél momento de reflexión para sacarla y anotar sus pensamientos.

   Pero no se trataba de ninguna epidemia. Si hubiera habido un brote, de hecho, habría sido desde el interior mismo de cada persona. Pues en realidad fue cada una de ellas quien tomó esa decisión; cada una de ellas, al fin y al cabo, había abandonado las propias motivaciones que tiempo atrás habían sabido hacer madurar también desde el fondo de sus corazones. Aquellas personas, en definitiva, se habían abandonado
a sí mismas.

   Fue precisamente eso lo que ella decidió escribir en su libreta. Y no necesitó más que tres palabras para resumirlo a la perfección:
«08/04/2010. Prometo no abandonarme», anotó sin escuetos.


Lección de peregrino [1]                                                                    Lección de peregrino [3]

1 comentario:

Belén dijo...

Un compañero de camino?

Lo mejor que te puede pasaar!

Besicos