Tu piel

Hay algo en mis recuerdos,
que sujeto con firmeza está
Algo escondido,
cuyo deleite hace imposible de olvidar
Su evocación,
produce que se revuelvan todos mis nervios
y recorra mi espalda una agradable sensación
No es otra cosa más que el acariciarla…
tu piel

Porque bello y perfecto regalo lo eras tú,
para mis ojos.
Mas no había mejor presente
que tu cautivadora tez,
para unas manos que se volvieron incompletas sin su tacto
y unos dedos que ya no saben cómo vivir sin poder tocarte

Ávidos,
deseosos de ofrecerte nuevamente su ternura
quedando rebosantes de un profundo amor
que ansían depositar,
con cuidado y fina dulzura
en tu morena, dulce y deslumbrante tez… así
incansablemente,
con delirio y frenesí… una y otra vez

Es así como es…
reflejo inherente de tu adorable ser
delicada pero fuerte a la par; es así como es…
tu piel

El huracán y las espinas


Ha pasado un huracán.
Alteró el poco orden que en su interior quedaba pero, al contrario que otros, su efecto ha sido enriquecedor, exquisito y cautivador.
Pasó ya, el huracán. Mucho más tarde de lo que seguramente tenía que haberlo hecho. Y es que había llegado con retraso para luego tener que irse demasiado pronto.
Pero al menos vino; y sembró en su caótico vagar semillas de esperanza y de ilusión que, por otra parte, quizás no sigan creciendo tras su marcha.
Y ahora, todo volverá a la normalidad; poco a poco, con el paso de los días. Pero el rastro de su avance permanecerá invariable en su esencia, latente durante un tiempo que será indeterminado.
Porque también habían crecido algunas espinas, de esas que apenas se ven a simple vista. Y estas, siempre tan orgullosas, gozan dejándose notar de vez en cuando para evitar ser olvidadas.