A ti, gran desconocida, allá donde estés

Me pregunto si alguna vez me habré topado contigo; en algún lugar recóndito, en la esquina más vulgar o entre copa y copa en algún pub de la ciudad. Yo ya no sé si en verdad quiero conocerte u olvidar las ganas que un día tuve de hacerlo. Si vale la pena aguardar por un ansiado sentimiento que se esfuma, tajante e impasible, ante el fuerte dolor del alma.

Busco el sentido y el sentimiento;
la causa de mis anhelos,
la concreción de lo que quiero.

Sería bueno saber, en estos momentos de desasosiego, si acaso en mi vida ya has aparecido; en alguna de esas breves y contadas ocasiones en las que he llegado a sentirme pleno, a tu lado. Quizás, no obstante, no haya tenido aún el placer de conocerte. Y resulte que, llegado el día, descubra que en verdad jamás había sabido lo que era la plenitud.

El vínculo sagrado, la libertad absoluta
La única unión conocida
que resulta ser, por pura y celeste,
capaz de hacer al hombre pleno; y libre

Quisiera encontrar el mismo sentimiento que surge a veces tímido en la lejanía, cuando no lo hace con la pureza y energía que, por breves lapsos de tiempo, sacia con creces mi sed de compañía. No de una cualquiera, sino la más pura, magnánima y honesta que pueda haber; aquélla que hace manar el más bello vínculo que pueda caber en esta existencia mundana y que, por mucho que digan, sólo algunos tienen la fortuna de poseerlo.

¿Y acaso sé de lo que hablo?
¡Charlatanería, farsa e inmundicia!...
O quizás se trate únicamente de ilusión
fruto de inocente y absurda altanería

Y mientras aguardo ansioso tu llegada, me pregunto si es que es cierto que algún día será un hecho nuestro encuentro. Si acaso el azar puede meter baza en este asunto. Y sabiendo que la duda es infame, no alcanzo a evitar el pensamiento de que tal vez un anhelo tan profundo sea mera utopía; un sueño roto por la rígida realidad que supone un mundo básicamente terrenal.

Buscaré al fin la compañía
más simple y mundanal,
pues cierto es, para qué esperar;
si al fin y al cabo lo que siento ya no es
más que un anhelo íntimo y personal

La espera fue desde siempre descorazonadora. Y es por eso, precisamente, por lo que me pregunto ahora si la plenitud habré de buscarla en la propia soledad, aún estando acompañado, que supone una vida sin vínculos desinteresados.

Respóndeme, allá donde estés
Si acaso has sentido algo parecido
Pues si pronto no hallo respuesta a este vacío
Abandonaré esta maldita búsqueda
Y viviré... viviré, sin más, mi propia vida

Y nadie podrá decir que no lo busqué, que no lo esperé. Que no aguardé por algo que, por intuirlo o incluso rozarlo con ensueño, quise siempre compartir contigo... allá donde estés.

1 comentario:

Pau Ocejo dijo...

DE ESTO es de lo que siempre hablo escribo y pienso.. De la maldita espera que va tajando la búsqueda y gastándola hasta que sólo queda esa resignación y olvido, ese mero conformismo con esta fucking soledad.