Reflexiones desde mi ventana

Ya me queda muy poco aquí. Desde las encantadoras vistas de mi piso en Jaca, me doy cuenta de que el cambio es inminente, que el observar los ciervos de la ciudadela pastar bajo la incesante lluvia -inspiradora siempre y evocadora de muchos pensamientos- pasará a ser un recuerdo que no volverá a repetirse.
Han sido tantas las emociones en estos dos años, tantas y de tan diversa índole, que no me cabe duda que marcarán un antes y un después en mi vida. Ahora soy el mismo, sí, pero también soy otro. Con quizás las mismas debilidades, pero más fuerte. Y eso hace que me pregunte cómo afrontaré los futuros retos, si lograré estar a la altura de mis expectativas, si este nuevo Jose seguirá teniendo las mismas ideas, pero con la suficiente convicción y voluntad como para afrontarlas con decisión y confianza. Confío en que esta época que se va haya significado una evolución, a pesar de lo que puedan pensar muchos. Porque como he dicho y diré, no se puede explicar con palabras. Hasta para mí es dresulta ifícil de entender. Y escribiré sobre ello -pues tan grande capítulo bien merece un buen texto - pero no sabré explicarlo.
El cambio es inminente; la ciudadela y sus ciervos dejarán de ser testigos de mis andanzas. Y aunque un poco perdido en el vaivén de las circunstancias, la vida me brinda la oportunidad de volver a tener ilusión por esa vaga y extraña sensación de placer que causa la incertidumbre.

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