El buen patrón

Las ideas se acumulan en mi cabeza: ¿hacia dónde ir?
Revolotean cual mariposas con rumbo impredecible,
se revuelcan unas sobre otras dibujando círculos viciosos,
hasta que me doy cuenta de que yerro en la misma pregunta:
¿Qué busco en realidad?

Años atrás,
cuando quise que fuera el viento el que guiara mis pasos, me perdí.
Supe que, sea como fuere, a contracorriente o con viento en popa,
uno ha de ser capaz siempre de ser el dueño del barco
Saber vivir cada circunstancia. Solvertarlas. Supervivir.
Con la idea fija de, algún día, llegar a ser un buen patrón.

Yo ahora no quiero pensar en huidas ni escapadas.
Tan solo en la libertad del momento, la fortuna del intrépido;
y con todo lo que he aprendido, preguntarme: ¿y ahora qué?

¿Qué busco en realidad?

No. No son huidas ni escapadas. Se trata de la más legítima de las ideas:
la búsqueda de la felicidad en la infinita red vital que nos envuelve.
La misma que, según algunos, posee caminos varios pero comunicados.
Y si esto es en verdad así, ¿importará realmente el camino elegido?

¿Qué busco en realidad…?

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