Mariposas en la cabeza

  Después de estar tanto tiempo intentando mantenerlas en la raya, es bonito volver a dejar libres algunas mariposas. Acostumbradas al cautiverio, al principio parecen incluso aletargadas, pero no tardan mucho en recobrar su naturaleza auténtica. Vuelan entonces libres hacia el cielo, dejando atrás bonitas estelas de colores, en apariencia caóticas.

  Pero su vuelo no es caótico en realidad. Forma parte de la naturaleza misma de la mariposa, por lo que si fuera otro su trazado, ya no las podríamos llamar por ese nombre y serían otra cosa. Es precisamente ese vagar errante el que hipnotiza, el que llama la atención  y los sentidos hasta dejar la mente de uno completamente obnubilada. La incertidumbre de su vuelo o la irracionalidad de su movimiento pudieran ser acaso las razones de tal fascinación.

  Cuando vuelan las mariposas tan libres, despreocupadas, algo grande se acerca. ¿Acaso hay algo más grande que poder tener tal sensación de libertad, mezclada con ese toque de incertidumbre? Para mí, hoy, es un lujo dejarlas revolotear a su aire, despreocupadas como yo. Pero seré precavido y me alimentaré de sus destellos a pequeñas dosis: solo así podré disfrutar del espectáculo sin efectos secundarios.

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