Chito

  Él tiene otro tipo de preocupaciones. Él no posee coche, ni hipoteca y tampoco tiene que poner el despertador cada noche para no levantarse tarde. Probablemente no conozca ese concepto que denominamos stress, y diría incluso que muy pocos de sus sueños acabaron convirtiéndose en pesadillas.

  Su mirada sólo denota inocencia. Y cuando observas con detenimiento sus ojos entiendes que es imposible que ese pequeño ser sepa lo que es jugar a dos bandas; nunca entendería lo que significa la falsedad tan común en nuestro mundo, si es que de alguna manera pudiéramos llegar a explicárselo. Él, de hecho, jamás se pondría a tu lado, en silenciosa compañía, si verdaderamente no tuviera ganas de hacerlo en ese momento.

  Para él lo importante es otra cosa, pues su vida es más tranquila que todo eso. Cuando quiere comer, come, y cuando quiere jugar, juega. Y cuando juega pone todo su empeño en ello. Tanto, que puedes llegar a notar cómo pone todos sus sentidos en tal tarea, como si en ese momento no hubiera nada más relevante en lo que pensar. Sería fácil concluir que su comportamiento instintivo lo hace un ser relativamente simplista.

  Y quizás sea gracias a esa sencillez en su personalidad por lo que, al mirarlo, presienta que su comportamiento amoroso no es disimulado, sino tan puro como falto de complejidad. Claro como el agua, transparente. Que cuando se cabrea y ladra como si le fuera la vida en ello al ver una situación violenta no actúa, porque en verdad le rompe el alma y le duele ver algo que considera malo. Es entonces cuando pienso que a veces el instinto innato supera a cualquier moral artificial que nosotros hayamos inventado. Una moral que, aunque benévola, siempre estará circunscrita y bañada por la gran complejidad de nuestro comportamiento racional y "evolucionado".

  Con Guanchito eso no pasa, pues él, aunque sencillo, resulta ser moralmente impecable.



1 comentario:

look.at.me dijo...

Yo quiero un chihuauuiiitaaa!!!