La habilidad aprendida

  En el complejísimo entramado de conexiones que durante toda su vida se había ido fraguando, cada vez parecía costar más establecer nuevos enlaces. Poseía un cerebro activo, dispuesto a enmarañarse aún más con tal de seguir introduciendo nuevos datos que le hicieran más sofisticado. Si bien no era el de antaño, la perseverancia y el optimismo podían todavía hacer que en los caminos neuronales de siempre se generaran nuevas ramificaciones. Así que, poco a poco, los pequeños impulsos eléctricos fueron insistiendo una y otra vez, ilusionados, intentando cambiar una vez más lo establecido tanto arriba, en el cerebro, como en el camino hacia y desde los músculos. Se repetían una y otra vez, un intento tras otro, informando al detalle sobre los errores cometidos. Se trataba de un trabajo fino, preciso, cuyo método de aprendizaje no podía ser otro que el ensayar, errar y corregir. Y así, mil veces.

   De repente, cierto día, sucedió lo inesperado. María, a sus 48 años de edad, aprendiz de tenista a destiempo, pero con suma ilusión y ganas, logró plasmar en su circuito neuronal todas las horas que había dedicado al entrenamiento de su saque. Cerrando los ojos en su enésimo intento, respiró profundamente, concentrada en la acción, para luego lanzar la bola al aire con serenidad. La sintió ascender con sorprendente lentitud —como si hubiera logrado que el tiempo se ralentizara por momentos— y, al adivinar el punto exacto para golpearla con precisión, hizo lo propio para encajar el hasta aquel momento mejor saque de su vida.

2 comentarios:

Belén dijo...

Oh... me estoy sacando el carnet de conducir (a buenas horas)

Será que mi cerebro también se conectará...

Besicos

Pau Ocejo dijo...

Wow, me gusta tu blog, me gusta como escribís.. que buena onda señor de españa, gusto en conocerlo jajaja... :) saludos