Tamarán, 1478

Cuando a otros afligía, era del gusto de Bentejuí observar la calima acercarse desde el mar. Tras percibir el característico olor del extraño fenómeno, disfrutaba subiendo a lo alto del risco para mirar allí donde cada mañana el sol siempre aparecía.
Tiñendo todo de de naranja a su paso, veía al siroco acercarse y establecerse, para luego desvanecerse en poco tiempo.
Un día otro fenómeno avanzaba igualmente desde lo desconocido. Era otro color el que traía, y su olor, diferente, no viajaba desde donde salía el sol. Ninguna de las dos sensaciones le gustó, y se preguntó, al tiempo que le atravesaba un pequeño escalofrío, si el suceso acabaría finalmente por esfumarse.

No hay comentarios: