El buen patrón

Las ideas se acumulan en mi cabeza: ¿hacia dónde ir?
Revolotean cual mariposas con rumbo impredecible,
se revuelcan unas sobre otras dibujando círculos viciosos,
hasta que me doy cuenta de que yerro en la misma pregunta:
¿Qué busco en realidad?

Años atrás,
cuando quise que fuera el viento el que guiara mis pasos, me perdí.
Supe que, sea como fuere, a contracorriente o con viento en popa,
uno ha de ser capaz siempre de ser el dueño del barco
Saber vivir cada circunstancia. Solvertarlas. Supervivir.
Con la idea fija de, algún día, llegar a ser un buen patrón.

Yo ahora no quiero pensar en huidas ni escapadas.
Tan solo en la libertad del momento, la fortuna del intrépido;
y con todo lo que he aprendido, preguntarme: ¿y ahora qué?

¿Qué busco en realidad?

No. No son huidas ni escapadas. Se trata de la más legítima de las ideas:
la búsqueda de la felicidad en la infinita red vital que nos envuelve.
La misma que, según algunos, posee caminos varios pero comunicados.
Y si esto es en verdad así, ¿importará realmente el camino elegido?

¿Qué busco en realidad…?

Mariposas en la cabeza

  Después de estar tanto tiempo intentando mantenerlas en la raya, es bonito volver a dejar libres algunas mariposas. Acostumbradas al cautiverio, al principio parecen incluso aletargadas, pero no tardan mucho en recobrar su naturaleza auténtica. Vuelan entonces libres hacia el cielo, dejando atrás bonitas estelas de colores, en apariencia caóticas.

  Pero su vuelo no es caótico en realidad. Forma parte de la naturaleza misma de la mariposa, por lo que si fuera otro su trazado, ya no las podríamos llamar por ese nombre y serían otra cosa. Es precisamente ese vagar errante el que hipnotiza, el que llama la atención  y los sentidos hasta dejar la mente de uno completamente obnubilada. La incertidumbre de su vuelo o la irracionalidad de su movimiento pudieran ser acaso las razones de tal fascinación.

  Cuando vuelan las mariposas tan libres, despreocupadas, algo grande se acerca. ¿Acaso hay algo más grande que poder tener tal sensación de libertad, mezclada con ese toque de incertidumbre? Para mí, hoy, es un lujo dejarlas revolotear a su aire, despreocupadas como yo. Pero seré precavido y me alimentaré de sus destellos a pequeñas dosis: solo así podré disfrutar del espectáculo sin efectos secundarios.